Octubre 26 del de 2024
La COP 16 (Conference Of the Parties) es el evento temático de biodiversidad y cambio climático más importante de occidente en su dimensión internacional. Organizada por las Naciones Unidas desde 1994, las COP (de biodiversidad, cambio climático y desertificación) reúnen a Estados, organizaciones regionales y actores no estatales, para tratar temas atinentes a la biodiversidad, el medio ambiente, el patrimonio genético, sus usos, su interrelación con las comunidades y su estrecha relación con el cambio climático. La importancia nominal de estos encuentros internacionales en la agenda climática se basa en el potencial que tendría para establecer negociaciones que deberían ser determinantes para contener los efectos del avance del calentamiento global. El evento se desarrollará en la ciudad de Cali entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre.
Sin embargo, más allá de la importancia mediática, de los titulares y de las buenas intenciones anunciadas para rescatar al mundo de la catástrofe climática global, las COP ocultan realidades, conflictos y contradicciones que explican su profunda ineficacia para detener los principales problemas que aquejan al mundo en materia ambiental.
Hagamos un recorrido breve por algunas de estas conferencias:
- 1992: Los países en la Cumbre de la Tierra de Río firman la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). El tratado establece la idea de «responsabilidades comunes pero diferenciadas», lo que significa que los países desarrollados deben hacer más para abordar las emisiones que calientan el clima porque históricamente son los que más han emitido.
- 1995: COP 1 Berlín: Alertan sobre la necesidad de reducir las emisiones de gases contaminantes.
- 1997: COP 3- Protocolo de Kioto. Donde las naciones participantes adoptan el compromiso de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
- 2015. Acuerdo de París. “Reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a 2 °C y esforzarse para limitar este aumento a incluso más de tan solo el 1,5 °”
No obstante estos acuerdos de buenas intenciones, lo cierto es que estas emisiones en el mundo no solo no han disminuido sino que han aumentado. De 23,5 millones de toneladas de CO2 que se emitían en el mundo en 1995, a 2023 ya se registraban 37,55 millones de toneladas. La curva es ascendente, como lo muestra la gráfica:
Buena parte de las emisiones son aportadas por las grandes potencias industriales del planeta (EEUU, China, G 20 etc…) entre las que se encuentran los países de los Acuerdos, tal como se puede observar en la gráfica del informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente:
Lo anterior confirma el resultado ineficaz de los propósitos anunciados con bombo por las cumbres.
Otra tara la encontramos en la visión mercantilista e intervencionista de las cumbres y radica en la creación de mecanismos multilaterales para la injerencia en los países en desarrollo, que no son, por demás, los principales causantes de la crisis climática sino incluso, víctimas de sus consecuencias. En la COP de 2010 llevada a cabo en México se crea el Fondo Verde para el Clima, que ponía en marcha la estrategia trazada en la COP anterior llevada a cabo en Copenhague (2009) donde los países desarrollados se comprometía a financiar (entiéndase, endeudar) a largo plazo acciones climáticas en los países en desarrollo. En el Pacto de París (2015) se ratifica esta estrategia de financiación a los países en desarrollo: “En el Acuerdo de París reafirma que los países desarrollados deben tomar la iniciativa en la prestación de asistencia financiera a los países menos dotados y más vulnerables”. No hay almuerzo gratis, como diría Friedman: países como el nuestro, con per cápitas y PIB raquíticos se endeudan para resolver un problema que producen las grandes potencias.
En ese sentido, la inmensa riqueza natural en términos de biodiversidad, minerales, agua y recursos fósiles que tiene nuestro país es sin duda un perfil muy atractivo para las potencias industriales. Bajo esta lógica, el sur global nuevamente pone sus inmensos recursos naturales, para que sean explotados y transformados por las grandes potencias económicas, quienes dejan unas cuentas monedas a los países de origen de la riqueza natural mientras concentran en sus manos los grandes beneficios. La lógica del saqueo de siempre, pero aplicada a la biodiversidad.
La visión crítica de estas cumbres medioambientales debe llevarnos a advertir otra cosa: En esta conferencia, como en todas las anteriores, no se tiene en cuenta la visión de los trabajadores, ni tenemos ninguna forma de fijar posición de manera oficial frente a la misma, ni sobre las causas ni las consecuencias de la crisis climática. Nos traen el discurso ya empacado y listo para el consumo. No hay mirada crítica ni se permite a los países como el nuestro plantear una visión distinta del problema: no tocan el tema del trabajo digno ni el empleo ya que en general muchos trabajadores del agro, minería entre otros están en unas condiciones precarias; no nos permiten señalar a los verdaderos responsables que deberían asumir los costos de su acción devastadora.
Por otro lado, debemos enfatizar que estas conferencias no pueden ni deberían ir en contravía ni imponer compromisos que afecten la producción, el desarrollo nacional de nuestro país y en general de los países subdesarrollados. Dicho de otra manera, los compromisos y restricciones de emisión de gases derivados del carbono debe ser proporcional al volumen de emisión y de afectación mundial. Colombia debe seguir desarrollándose y ello implica desarrollar su industria de manera sostenible y ello implica, sin duda, un incremento de las emisiones de CO2 de forma inevitable. No se ha logrado volar el primer avión con energía solar ni eólica. Debemos converger en que actualmente no hay otra alternativa de desarrollo viable que aprovechar el petróleo y los combustibles derivados del carbono.
Nuestro país produce solo el 0,6% del total de gases efecto invernadero a nivel mundial; China y EEUU produjeron juntos más de 17 millones de toneladas de CO2 solo en 2022 y se ubican en primer y segundo lugar respectivamente. No es posible que los países desarrollados impongan restricciones y el mismo nivel de compromiso en materia de emisión de gases a los países en vías de desarrollo como el nuestro que necesita fortalecer su desarrollo industrial sostenible.
Colombia no puede dejar de explorar ni explotar petróleo, gas y carbón. Las políticas públicas en materia de producción de biocombustibles no deberían descuidar los objetivos nacionales que tienen que ver no sólo con la especialización productiva -Agronegocios- sino con la mayor cobertura energética de la población y la protección del patrimonio natural. Colombia debe procurar la autosuficiencia precisamente para obtener los recursos que requieren tanto las sensibles necesidades de la población, del Estado y de la misma transición energética de forma razonable y gradual. La política del Gobierno Petro en esta materia lesiona los intereses de la nación: la macartización de Ecopetrol, su trato deleznable con la actividad petrolera, la constante amenaza con prohibir los contratos de exploración, la carga impositiva sobre estos bienes que recae sobre toda la población y se constituye en un laste para la economía nacional. Se equivoca el Gobierno en su infantilismo ambiental a costa del bienestar de todos los colombianos.
Por ello mismo la COP 16 no puede imponer una visión romántica del discurso ambiental, desconociendo las realidades de bulto que deben reconocer en los países desarrollados los principales causantes de la crisis y afianzar el respeto de éstos por nuestros recursos naturales y nuestra soberanía ambiental y territorial. Pésimos precedentes se constituyen la construcción de un radar militar en Gorgona, la intervención militar extranjera en la Amazonia, la construcción de una base militar en Leticia, una violación de la soberanía territorial y ambiental que debe denunciarse en una tribuna tan importante como esta.
Por ultimo el desarrollo de esta COP debe servir para que los colombianos reconozcan su propio país como una potencia ambiental, biodiversa, rica en recursos naturales y con una posición geográfica envidiable que debería ir de la mano con el desarrollo nacional. Reconocer que los gobiernos pasados y el gobierno presente no han potenciado ni explotado esta posición privilegiada y que unos y otros han permitido la amenaza extranjera y el saqueo a la soberanía ambiental, energética, alimentaria, territorial y económica. Debemos exigir la renegociación de los TLC, lo que significaría el reverdecimiento y diversificación de nuestra agroindustria, debemos rechazar la intromisión de países extranjeros en los asuntos internos de Colombia y rechazar el fortalecimiento de las bases gringas en nuestro territorio, e Gorgona y Leticia lo cual se está implementando con el aval de este gobierno.
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